domingo, 12 de noviembre de 2006
Supermodelo 2006
Un breve review de la final del concurso para amigos, conocidos e interesados que por diversos motivos no pudieron presenciarla...
El pasado miércoles se celebró la esperadísima final de Supermodelo 2006, el programa presentado por la hierática-takeyourfingeroutofyourass Judith Mascó en Cuatro. Pese a que las finalistas eran cuatro (Maria José, Yasmin, Laura Negrete y Maite), el vox populi daba como ganadoras a Maria José o Maite, las más próximas a ese patrón de modelo neo-Twiggy-proto-Kate-Moss (pelo corto, ausencia de curvas, poco pecho, look enfermizo) que parece ser que ahora tanto se lleva (por mi, con su pan se lo coman: dónde haya curvas para marearse y entretenerse, al cuerno con la aburrida rectilínea).
La sorpresa saltó con la eliminación de Maite en tercer lugar, ya que se veía como una de las claras favoritas. La eliminación de Laura Negrete en cuarto lugar era más que previsible, ya que se veía a la legua que esta Juani alicantina no cumplía los requisitos de fisnura para representar a la agencia nacional de Elite Model en el concurso internacional, pese a que ese rollo de barrio "muestrotanga-enseñosuje" me ponía bastante burro (atención a la foto del pase de ropa interior que realizaron en plena calle Preciados en Madrid y que os adjunto: una revisitación en clave ibérica -con olor a ajo y a cebolla, como diría Julio Iglesias- de la next-door girl; Bigas, have a look!).
El verdadero quid de la cuestión en la diatriba entre Maite y Maria José consistía en la eterna discusión sociológica entre campo y metrópolis: mientras que Maite es madrileña, con lo que (se supone) que tiene asimilados unos valores, costumbres y gustos más tendentes al cosmpolitanismo-modernidad (aunque hablar de cosmopolitanismo y Madrid genera cierto repelús), Maria José no dejaba de ser esa cenicienta de un pequeño pueblo de Jaén que nunca había salido del mismo, trabajaba de dependienta en una tienda de ropa, no dominaba el inglés y a la que todo le caía nuevo y grande (del estilo de lo que Claudio Brando, el personaje de La Hora Chanante, resume perfectamente con la frase "más grande que América y que Asia"), mostrando por nuestra parte una vergonzante simpatía ante la ignorancia, por muy cándida que esta sea; para haceros una ídea, ved el vídeo de su viaje a Milán). Pero como la votación de la final se desarrolló a través del plebiscito popular, y dada la conocida tendencia que tenemos los españoles a creer en los cuentos de hadas y en la providencia, así como a proyectarnos en los anti-héroes (véase el caso de Rosa en la primera edición de OT), la que se acabó llevando el gato al agua fue Maria José. Estoy segurísimo que si la decisión hubiese dependido del jurado, hubiesen elegido a Maite.
Así que nos plantamos en el momento cumbre de la final: la selección entre Maria José o mi adorada Yasmin (cool as ice: tease me yo bitch!), la cual ha sido constante objeto de crítica por parte del resto de sus compañeras a lo largo del programa. Una selección que contenía dos factores o debates: por un lado la fractura anteriormente mencionada entre líneas y curvas, mientras que por el otro encontramos la fractura nacionalista-xenófoba entre look racial vs. look nórdico. Hay que decir que en ese catfight oral que se produjo cuando la estilista reunió a las cuatro finalistas, el acoso y derribo hacia Yasmin fue brutal: que si la ropa de los diseñadores no le entra, que si sus rasgos no son españoles y que la ganadora debería representar la imagen racial española, etc. Ahí hay que destacar que Yasmin mostró suficiente cintura al recordarles al resto de niñas que se estaba eligiendo a una Supermodelo y no a Miss España (la primera en la frente, peazotontas!). Además, se veía un punto de envidia de las otras respecto a Yasmin, ya que se la veía más madura que a las otras y con un mayor nivel de instrucción que ellas (por ejemplo, el conocimiento de idiomas, la práctica de deporte, etc.). En este sentido, ya he mostrado anteriormente mi posición al respecto de las modelos sin curvas.
El momento más emotivo (y todo un acierto del programa para generar cierta distensión) fue cuando las dos desfilaron por la pasarela simulando una competencia entre ellas (adelantamientos, empujones, etc.), fundiéndose finalmente en un abrazo. Eso me gustó mucho. Y a continuación los resultados de la audiencia: 52% para Maria José y 48% para Yasmin. El pueblo habló. Nada que objetar.
Ahora queda por ver el periplo de Maria José en el concurso internacional de Elite Model. Sinceramente creo que se la van a comer con patatas (sólo es necesario ver a la representante francesa que realizó una breve incursión en la academia-centro de formación, con unos declarados 15 años que para sí quisieran muchas). Y es que además de disponer de mimbres genéticos, para ganar en este tipo de concursos también hay que tener mucha seguridad en sí misma (aunque suene a tópico manido), y sinceramente no veo a Maria José por la labor.
Espero que el próximo año tengamos una nueva edición del concurso-programa, y a poder ser manteniendo los mismos profesores. Por eso no quisiera acabar sin realizar algunos comentarios al respecto de ellos:
- Cristina García (the so-called "estilista"). No pongo en duda que sus conocimientos sobre estilismo sean válidos e instruidos, pero cabría recordarle que el ejemplo empieza por uno mismo. Y es que la serie de modelitos fulanoides de whyskeria de carretera con los que nos ha deleitado no han tenido parangón: más que canalillos, acueductos (nena, en el primer programa ya nos diste buena cuenta de que no te faltan pechos, pero tampoco hay que ir enseñando el mostrador constantemente; además, podrías buscarte un suje que te los aproxime mutuamente, porqué tienes uno mirando a Finisterre y otro a Palamós), y las faldas rozando el estilo canica (una cuarta y al hoyo). Un estilo very filthy (que a mi ya me va, pero por otros derroteros que no son precisamente los de la moda...).
- Valerio Pino (profesor de pasarela): desde la más estricta heterosexualidad, he de reconocer que me ha acabado cautivando. No sólo por su elegante porte y belleza (en definitiva, estilo), sino también por su rectitud docente. Al principio, pensé que sería la típica locaza, pero su buen hacer académico le han elevado a ser considerado todo un referente.
- Emmanuel Rouzic (profesor de fotografía): bien al meterles caña a las niñas, pero poco más que comentar.
- Paola Dominguín (portavoz del centro de formación): el contrapunto buenrollista ante la mano dura del resto de profesores (incluido Jimmy, el de gimnasia). No ha ofrecido demasiado juego (¿quizás era precisamente ese su papel?).
That's all, folks!
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