sábado, 2 de diciembre de 2006

Pechopalomo a la conquista de París (segunda parte)

Hoy tocaba justificar el desplazamiento a París, lo que viene a ser la participación en un workshop sobre políticas de prevención y gestión de conflictos de la UE que se organizaba en el IEP (Institut d'Études Politique). Lo que significa encerrarse entre cuatro paredes y no oler la calle ni por asomo (es lo que tiene cultivarse...).


Primer handicap a superar: el metro. Me dirijo a la estación más próxima a la casa de mi amigo Vicenç y me encuentro con que se llama Robespierre (mandacojones). Empezamos bien. Con la idea de encontrarme un metro "másgrandequeAsiayqueAmérica", me dirijo a comprar el billete turista de tres días. Prueba superada: no ha hecho falta que la operaria de la taquilla me sacase los Lunnis franceses para explicarme el proceso. Tras realizar un breve y rápido estudio de las líneas y trasbordos, trazo el recorrido a seguir a través del suburbano.

Entrada triunfal en el IEP:
llego al IEP y le pregunto amablemente al señor que se encuentra en Consergería si habla inglés para preguntarle dónde se realizaba el workshop, a lo que me despacha con un rápido y cortante "No", mientras se larga a realizar otras tareas. La primera en la frente. Para mis adentros pienso: "que te den por culo con una caña rajada" (no me pidáis que lo traduzca en francés..). Finalmente ubico la planta en la cual se celebra el workshop, identificada con un poster del mismo. Hay tres puertas: dos cerradas y una abierta con gente en su interior (esto parece el cuento de los tres ositos). Así que, como buen celtíbero, saco la cabeza por dicha puerta. Me encuentro con una chica dispuesta de pie junto a un cañón de proyecciones y unos 5 o 6 alumnos sentados. Junto a la puerta veo que hay madalenos y demas bollería francesa. Como en las instrucciones del workshop ponía que habría desayuno, considero identificado el objetivo. Saludo y pregunto si debo presentarme, a lo que la susodicha me dice que como quiera. Me presento y tomo asiento. Compruebo que entre ellos (la susodicha y los estudiantes) hablan en francés, con lo que, ni corto ni perezoso, le solicito si su presentación podrá ser en inglés, ya que je ne comprens pas. Me mira con cara de sorprendida y me dice que su powerpoint está en inglés, pero que su presentación será en francés. De todos modos, muy amablemente le pregunta al resto de alumnos si les importa que, por deferencia hacia mi persona, la charla se realice en inglés, a lo que acceden. La diapositiva del powerpoint que se está proyectando es de Shell, lo que me suena raro para un workshop sobre prevención de conflictos. Algo me empieza a oler mal. Acto seguido la susodicha empieza a repartir parte del desayuno entre los presentes, entre los que me encuentro. Hasta que entra una chica y empieza a farfullar en francés algo sobre un master en finanzas. Es entonces cuando a ese pedazo de ábaco que tengo por cerebro se le ilumina la bombilla, alzo la mano y pregunto-afirmo: "Creo que he cometido un error. ¿Este es el workshop sobre prevención de conflictos?". A lo que lógicamente me responden al unísono: NO. Tierra trágame. Me disculpo y salgo de la sala. En el descansillo me encuentro a una chica la cual deduzco que es responsable del workshop al cual realmente voy. Nos saludamos en castellano y me comenta que aún no se había abierto la sala correspondiente. Empezamos el día con buen pie....

Los personajes que concurren al workshop no tienen desperdicio. Tenemos a Sideshow Bob (el actor secundario Bob, de Los Simpson): un chicarrón de dos metros y con el pelo caracoleado y ensortijado, con pinta de perenne despistado. Buen chaval. Una de las discussant me cautiva inmediatamente: tiene los labios (faciales) más bonitos que he visto en mi vida. Lips like sugar. Me embelesa. Además es rubia y con un toque de fragilidad muy romántico, como si fuese una princesa llegada del frío. Ummmm... Por otro lado tenemos a un armenio pureta (para los neófitos, pureta = de mayor edad que el resto de participantes) que parece sacado de las catacumbas del KGB: no sabes si es que va de sobrado, si va dopado o si a la que te agaches te va a meter un supositorio de Polonio por el black ojete. No aparta la vista de su MacBook. A su lado, una golfa de mucho cuidado que debe estar a sueldo de la antigua nomenklatura (no hacen más que cuchichear). Debe ser su asistente personal o su "sobrina".... Finalmente, una discussant que se encuentra en las antípodas de Lips Like Sugar: pedazo de cinturón que le marca chichote en la zona de flotación (léase entre los pechos y la cintura), junto a un escote del tipo take no prisoners. Pura carne de cañón para borrachos de última hora en el pub. Demuestra que en lo suyo controla (también lleva un puntito de superioridad bastante insoporteibol), pero lo que es estilismo.... uf! Desde mis remotos tiempos en UK que no veía semejante aparador de carne con piernas...

El papeo (aka lunch)o little desengaño: según el programa había previsto un almuerzo, con lo que servidor ya se imaginaba que se pondría como el tenazas. Pero resulta que finalmente el almuerzo será del tipo británico: sandwich y stand up. Sandwiches postmodernos, elaborados en alguna boulangerie de la zona. Muy ricos y sanos (ergo, mucho verde y poca chicha), aunque sin punto de comparación con el Greek Sandwich de anoche (esta mañana aún me repetía: oh yeah!). Salimos un momento a tomar un café a una cafetería próxima al IEP y el camarero nos trata como si nos estuviera perdonando la vida... QuéascodegenteporDios...

Una vez finalizado el workshop, los pocos que quedamos tras las paulatinas deserciones (gente que venía y volvía el mismo día) nos desplazamos a un bar próximo para tomarnos una cerveza. Departimos amablemente y, cuando llega la cuenta.... ¡7€ por una puta cerveza! ¿Pero de qué van? ¿Es que la orinó De Gaulle y la guardaban en la bodega? ¡Qué cabrones! ¡Vaya robo a mano armada! ¡Así cualquiera es potencia económica! ¡Pongamos en España la caña a 3€ y a entrar en el G8 por la puerta grande! Todos coincidimos en lo del asalto a cara descubierta. Una de las participantes dice que la noche anterior tomó una cerveza en otro local y le cobraron 9.50€. ¿Es qué la Comisión Europea no puede hacer algo al respecto?

Con mal sabor de boca nos dirigimos al restaurante reservado para la cena. Se llama Les Ministères y tiene muy buena pinta. Resulta que Sciences Po dispone de acuerdos con diferentes restaurantes de la ciudad para que le carguen la cuenta de cenas de eventos como el nuestro. Nos disponen un menú special Sciences Po: yo me pido de primero un crujiente de queso de cabra, de segundo un pincho de maigret de pato y de postre una copa de piña caramelizada con nosequé de merengue (esto último un timo: dos cachitos de nube de golosina, pero no de la blanda, sinó de aquella que es compacta). De todos modos una cena chapeau que consigue mitigar ese crimen de lesa humanidad que es lo de la cerveza.

Me despido de los compañeros, emplazándonos al próximo workshop (en junio en Bruselas) y cojo el metro. Banda Sonora en mi iPod: Aux 88 presents Electro Booggie (rollo electro para un viaje de metro parisino en un viernes noche: sign o' the times).

Plan para mañana: hacer el guiri por París.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Una cuestión: desde la más estricta heterosexualidad, echamos de menos un portrait detallado de nuestros amigos vecinos, los franzosich, bajo el prisma colorista del Erótico enmascarado. Ha llegado allí la metrosexualidad? Debe convertirse el chauvinismo en un verbo? Se están perdiendo los viejos valores? Se identifica pechopalomo con lo que ve a su alrededor?

El erótico enmascarado dijo...

Hola Potax,

de momento lo más parecido a un macho parisino que me he encontrado en la ciudad (desde la más estricta heterosexualidad y sin comprobación empírica de lo mismo) han sido los magrebíes que viven en el barrio de Vicenç. Hoy he estado paseando por la avenida de los Campos Elíseos y lo único que te puedo decir es que tampoco he visto demasiados metrosexuales. Es más, mi objetivo era otro: identificar a las jugosas francesitas que pudiesen alegrarme la vista. La verdad es que no he visto muchas: a lo sumo dos o tres. Pequeña decepción. Supongo que lo suyo es salir de noche y encontrárselas totalmente descocadas y a punto de caramelo... Pero volviendo a tu pregunta: nor, no he encontrado franceses con lipstick y eyeliner.

Anónimo dijo...

Bienvenido a la Europa de los listos y de los burócratas. De la aristocrácia republicana. Ahí todo vale más: la cerveza, pasear y ligar. Vuelve pronto, no los entenderás porque hablan para sí mismos.
Juan Carlos